DESDE EL DIVÁN

4.7.08

FUSIÓN CÓSMICA

Planetas auténticos, únicos, cada uno con su propia evolución, muy diferente una de la otra.


Han pasado años luz, tierra, calor, frío, fuego y también hielo. Creación infinita, esperanza, destrucción y desesperación. Han colisionado entre ellos, los han impactado asteroides, dejando marcas en su superficie. Algunos confundieron estos impactos como fenomenos fantásticos, provenientes de galaxias superiores y admirables, levantando monumentos en el área del mismo, monumentos visitados y venerados por generaciones. Otros decidieron olvidar la catástrofe y seguir adelante, quedando solo un pequeño agujero abandonado en alguna parte.

Pero lo que no comprenden es eso, que sus mundos tienen características eternamente diferentes, que la necesidad de pertenencia a una galaxia, los engaña y los hace seguir un camino común, en muchos casos llevándolos al agujero negro.

Pierden la particularidad de su existencia única, y por lo tanto, su capacidad para lograr una evolución satisfactoria. La necesidad de fusión los lleva a colisionar numerosas veces con otros planetas, y cada impacto va dejando marcas en sus coloridos paisajes. Los más temerosos, por exceso de cautela, no intentan la fusión, por eso no sufren impactos, pero sus paisajes, cubiertos de una nebulosa gris, con una superficie inmaculadamente lisa, carecen de atractivo. Los otros no pueden evitar la inercia de su traslación agravitatoria, sufriendo una embestida tras otra, llenando su paisaje de cráters, fisuras y deformaciones, exponiendo a su población a riesgos contínuos.

Qué buscan en esa fusión? Algunos buscan la fantasía de una galaxia ideal, otros experimentar una y otra vez el vertiginoso instante previo al choque. O la intensa gratificación que sienten al explotar, y la fuerza expulsiva generada inmediatamente después. Y nunca faltan los planetas que encuentran un particular gozo en la inestabilidad, el ruido, en el movimiento que los saca del oscuro silencio del universo.


Por mi parte empezaré a disfrutar de mis continentes, mis ríos, montañas y mares. Trataré de prestarles más atención a las criaturas que habitan en mí. Sin importar qué universo o galaxia me rodee, es tiempo de derribar monumentos falsamente erguidos, y comenzar a levantar monumentos propios.

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Me es inevitable volver a cantar esto:





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