DESDE EL DIVÁN

26.8.07

Cuando encendí la luz...

-Cuando encendí la luz, me encontré en un cuarto sucio y triste, de dos por tres metros, en una pensión de la cuarta sección. Hacía ya tres meses que no tenía sexo, ni amistad, ni compañía. En ese momento comencé a sentir cómo la soledad me oprimía el pecho, penetraba mis poros, mis oídos, mis pensamientos; ahí fue cuando lo decidí.-

Julián temblaba apoyado sobre el escritorio de un consultorio desordenado, en el pabellón “D”, a medida que relataba su historia. Enormes ojos verdes clavados en la nada, una voz quebradiza y algo infantil que contrastaba con su metro noventa y sus manos, que duplicaban el tamaño estándar, no paraban de temblar.

La inyección de cloruro de potasio le generaría una arritmia mortal, pero el insecticida estaba más a mano. Un trago largo, luego otro…hasta acabar el frasco. Nada. Silencio. Mucho asco, muchas náuseas. Intentó rebajarlo con una botella de pisco. Su vista comenzó a nublarse, su boca se llenó de una salivación excesiva, casi espumosa. Al mirarse el antebrazo pudo ver fibrilar sus músculos de forma incoordinada. No pudo controlar la expulsión de un vómito de escasa consistencia y color verdoso. Como ecos escuchaba a alguien golpear la puerta y pronunciar a su nombre…

Al abrir los ojos se encontraba conectado a un respirador en la terapia intensiva del hospital local. Su cuerpo había superado la intoxicación con actitud triunfante, como sonriendo con sarcasmo a su mente, derrotada.

-¿Por qué lo hizo, Julián?¿Qué buscaba con la muerte?

-Quería ponerle fin a mi sufrimiento, a mi soledad

-¿Y la muerte no es soledad también?

- …

-¿Qué es la vida para usted?

-La vida es una sucesión de hechos controlados por la mente.

-¿Y qué pasa cuando usted muere?

-Según mi fe, hubiera ido al infierno. Porque el que se suicida no tiene perdón, ni siquiera pasa por el purgatorio, va directo al infierno.

-¿Y usted realmente cree eso?

-Ya no se qué creo y qué no creo. Ya nada tiene sentido.

-¿Cómo percibe usted a la soledad?

-La soledad es tiempo ausente, sombrío, que te hace pensar cosas que no deberías pensar, sentir cosas que no deberías sentir. En este instituto comprendí la importancia de la amistad. Cuando uno tiene a alguien en la vida, no intenta matarse.

…¿Cuándo puedo salir, doctor?

El camino hasta su habitación está plagado de símbolos: grandes espacios y prados vacíos, un camino escoltado por álamos de follaje caduco, cuyas ramas han sido amputadas y reposan de forma ordenada a sus pies. Ni un rayo de sol asoma en esta tarde gris, donde las palomas parecen buitres, esperando alimentarse de su carne en descomposición.

Confites de colores, cuatro: uno blanco, uno amarillo, uno naranja y uno celeste. Uno por uno son deglutidos ayudándose con un vaso de agua. Julián reposa su cabeza en la almohada y se sumerge en un sueño profundo, esperando encender la luz al día siguiente.

Etiquetas:

12.8.07

Freudiando

El amor excede las fronteras de la ciencia, por ahora. El genio de Freud hizo rodeos y ensayó ardides para atraparlo con palabras, pero el amor, sonriente, aún no se resignó a las rejas de una definición pétrea. Anda abrazado con la sexualidad, pero no es sólo sexualidad, aunque de ella se nutre. Sigue fascinando con el misterio de que la felicidad y la completud se producen cuando uno ama y es amado; cuando fluye el manantial de una poderosa emoción que incluye valoración intensa, respeto, interés, apego, deleite, ayuda y honda consideración por el ser amado.

-Marcos Aguinis

6.8.07

?